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HACERSE CARGO DE SER FELIZ

junio 27th, 2020 No comments

     Para atravesar un túnel oscuro se fija la mirada en el punto de luz que se alcanza a ver a lo lejos aunque no alumbre.  Avanzas sosteniéndote de las paredes porque en ese camino personal los muros están tan lejos como alcancen a extenderse los brazos.  

     Había dejado sus colores en la entrada para andar  ligera y hacer el camino más fácil.  Dio paso a paso tanteando el suelo en algunos tramos lleno de piedras y en otros convertido en charcos de lodo resbaloso.  Cuando por fin salió, sin saber cuánto tiempo había pasado se detuvo en la salida, después reponerse del resplandor de los mil destellos de la luz del sol miró al cielo que ya no era del azul brillante que hipnotiza, como el azul entre el zafiro y el aguamarina como ella lo había dejado, ahora era gris y estaba lleno de nubes densas y pesadas que anunciaban tormentas.  No le gustó verlo así, pero había dejado sus colores a la entrada del túnel.   Miró hacia atrás  midiendo si valdría la pena volver a recorrer un trayecto tan oscuro para recuperar lo suyo.  Pensó en inventar nuevos colores, descubrir nuevos azules, pero quiso hacerlo supo de inmediato que esos no eran suyos, que no le pertenecían y así su cielo no volvería a ser de su color sino del color de otros.   

     Dio entonces la media vuelta.  Entró de nuevo en ese pasaje sin luz y se reconoció más fuerte.  Fue su propia luz y se trazó el camino sin necesidad de sostenerse de los muros.  Pintó de nuevo su cielo del azul profundo, del que brilla y le quitó las nubes para dibujar un millón de estrellas en su cielo personal.  

     Se hizo cargo de ella y de ver todo a través de sus sentidos, de pronunciar sus palabras y dejarlas volar en aviones de papel o solas en el viento para que llegaran a su destino para ser leídas o escuchadas o simplemente volaran. 

     Cada quien hace su propia poesía y escribe su historia con el principio que le tocó y el final que elija.  Ser feliz es opcional y amar debería ser tan  obligatorio como necesario decirlo.  Enamorarse de almas afines y de la vida es una decisión personal, el amor restaura, reconstruye, nutre y sana.  

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LA MEMORIA DE LA PIEL

mayo 16th, 2020 No comments

   

     Recuerdo la noche del veintitrés de septiembre del año dos mil.  La pasé en el hospital, en la habitación de mi madre.  Yo sabía y ella no quería saber, que esperábamos juntas un final inevitable.  Habíamos pasado los días anteriores recordando y sonriendo, sintonizando algún programa y comentándolo juntas.  Recibía pocas vistas, de hecho además de mis hermanos, solo recibía a dos, su hermana y su mejor amiga que tambén era su hermana.   Pero esa noche, precisamente esa,  me dijo que tenía miedo.   Yo no encontraba cómo consolarla, no sabía qué decirle, así que dejé que hablara.  Primero viéndola a los ojos y luego bajando la mirada para no interrumpirla.  

     La tomé de la mano mientras la escuchaba.  Me platicaba de las pesadillas que tenía por las noches y a veces durante el día por culpa de eso que le ponían en el suero para dormir.  Entendí entonces la expresión de sus ojos cuando volteaba hacia la ventana como si yo no estuviera en ese sillón café incómodo en donde pasaba las noches.  Era como que atravesara la ventana y aún el cielo.  Miraba más allá de lo que yo alcanzaba a ver.    Puse atención en todo lo que me dijo y al mismo tiempo memorizaba con mis dedos y mis ojos todo, desde la textura hasta el color su piel, casi puedo  asegurar que si supiera dibujar  lograría reproducir su mano fielmente.   Era la izquierda. 

     Murió dos noches después, justo la única noche que yo no estuve en el hospital.  Pero no lo lamento, yo ya tenía conmigo la memoria de su piel y me había grabado sus sonrisas.  Por eso el recuerdo no me entristece, al contrario, lo celebro porque aún lo conservo.   

     Me acordé de esto porque creo que por eso en estos días el miedo y la angustia de muchos o a lo mejor de todos es por la ausencia y la distancia, también por la enfermedad pero sobre todo lo otro, lo que se siente.  Por la posibilidad remota o cercana de sabernos y al mismo tiempo olvidarnos. Y no olvidar a los que queremos, sino sus formas, la textura de la piel, la risa, la mirada o lo que sea de los que amamos.   

     No son lo mismo un video, una foto o una grabación.  Hay que hacer el ejercicio diario de cerrar los ojos y recrear desde el alma los recuerdos y prestarles vida.  Y luego, cuando esto pase y nos volvamos a ver tendremos la tarea de producir nuevos momentos, mejores y más largos abrazos, risas más fuertes y miradas más profundas.  

     Necesitamos querernos más y extrañarnos menos.  

     Extrañar es en serio es sentir en el estómago el golpe de la fuerza de una bomba nuclear y después vivir con el vacío que deja en el alma hasta volvernos a ver….

 

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LA VIDA NO ESTÁ DETENIDA. ESTA ES LA VIDA

abril 13th, 2020 No comments

      La vida no está suspendida.  Esta es la vida. 

     Es nuestro tiempo en un espacio que seguirá existiendo cuando ya no estemos.   

     Somos responsables de este presente, nos pertenece.

     Somos nuestro cuerpo y el alma que la habita o el alma y el cuerpo que la hospeda, pero no somos ni la circunstancia ni el contexto.  Somos en ellos y en otro contexto y circunstancia seríamos los mismos.  

     Los días, igual el lunes que el jueves o el miércoles y cualquier otro día.  En este tiempo y en este lugar los días parecen uno exactamente como el otro, el mismo espacio, los mismos rostros o la misma soledad, el mismo paisaje por la ventana y el ir y venir de los residentes del cielo;  la luna, el sol, las demás estrellas, las nubes y el azul infinito que parece igual pero siempre es distinto.   

     Nuestra imagen día a día se nos hace monótona y repetida. 

     Así parece pero no es así.

     Es necesario reconocernos, tocar nuestra piel al despertar y mirarnos al espejo directo a los ojos y luego recorrernos, notar que respiramos, que sentimos, que somos los mismos pero todos los días diferentes porque aún en un espacio limitado, cambiamos, crecemos.   Somos reales. Nos tenemos.

     Unos días la nostalgia y la melancolía flotan en el aire y corren con el viento inundando todo lo que nos rodea y más lo que está ausente.  Esos días somos los débiles y mandamos un mensaje  o varios, a lo mejor un poco desesperados queriendo decir, extraño, existo, aquí estoy, no te olvido, no me olvides, te abrazo, te quiero, siempre te quiero, aunque solo diga “hola”.    

     Otros días son más livianos, cuando el sueño no traiciona y nos damos una pausa. Nos conectamos con una fuerza superior porque sabemos que no podemos controlarlo todo.  Soltamos para dejar ir la angustia y la emociones que nos agotan.  Esos días contestamos a quienes nos escriben y los abrazamos a distancia.  Esos días somos los fuertes.

    Nos sostenemos unos a otros en la cadena más sólida que está hecha de amor y compasión.   

     Aquí nadie se queda solo.  Ahora todos sabemos que vamos juntos en una misma realidad que se ha unificado.  Y habremos conseguido algo y será mucho, si después de la crisis conseguimos recordar todos los días del resto de nuestras vidas, que somos uno y seguimos yendo juntos.  

    La vida no está detenida, esta es la vida. 

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EN EL SILENCIO SE RESUELVE LA VIDA

marzo 4th, 2020 No comments

     En los silencios se resuelve la vida.  

     Generalmene son espacios de aguas tranquilas convertidas en un espejo claro que te refleja  con perfecta exactitud.   Al tacto provovan un cosquilleo amable que recorre cada milímetro de piel y despierta el resto de los sentidos.  Entonces el tiempo corre despacio y hasta se detiene.  Estás contigo, no hay nadie más.  

     Pueden ser densos y oscuros, parecidos a pesados costales de arena y piedra que destrozan la espalda y casi doblegan el alma que la sostiene, entonces respiras y buscas alivio.  Lloras lo necesario para que se disuelvan los nudos, piensan lo suficiente para entender lo que parece inexplicable y después te rindes y dejas en manos de una fuerza superior, la vida.  

     Son estos lugares en los que  resuelves dudas o  siembras incógnitas,  piensas, observas,  intuyes y cuentas historias y verdades, guardas secretos profundos que solo a ti te pertencen.  Son infinitos y  seguros y ahí encuentras las paz o ramas revoluciones.    Cuando a vida se complica el silencio es refugio, es puerta de escape.  

     Ahí entiendes tu lugar en la vida y si debes hacerlo, avanzas  y si es necesario  retrocedes.   Comprendes en su absoluto el amor en su incondicionalidad, por eso no hay silencio donde se guardan malos sentimientos que hacen ruido, son bullicio y aturden.  Es el sitio perfecto para amarte y amar, sin espera, sin tiempo. 

     Y hay otro sitio que se parece al silencio pero  que es distino. Es cuando enmudecesr para no estallar, para no lastimar a nadie con palabras que puedan salir disparadas como cristales filosos directo al corazón.  Mejor callas y pospones o cancelas, lo  que sea mejor para no herir a nadie, aunque a ti no te haga bien.  Después piensas  que si por no hace sufrir a alguien más te hundes, entonces no se salva nadie, pero igual no haces ruido, no emites sonidos, no pronuncias palabras.   Decide si te rindes o sigues abrazando la vida. 

    Y si vamos a romper el silencio entonces que valga la pena, que sea con risas y palabras de amor que envuelvan  en alma y la fortalezcan.  

 

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EXTRAÑAR, LO QUE SE DICE EXTRAÑAR…

febrero 9th, 2020 No comments

La primera lágrima fue inesperada, no sentí que fura míala desconocí en un inicio pero la siguieron otra y supe entonces que lloraba.  No tenía razón aparente.  Esperaba sola un vuelo de regreso a casa después de pasar unos días en el mar y sin aviso alguno, mientras miraba por la ventana los aviones que iban y venían llegó con una fuerza suave la humedad de mis ojos.   Se apagó el ruido a mi alrededor para dejar que se instalara una densa  nube gris que solo yo alcanzaba a ver y me cayó sobre los hombros.  Así es como invade la tristeza. 

Extrañar lo que se dice extrañar no es sentarse a ver el cielo y suspirar, ni mirar atardeceres anhelando.  Extrañar en serio es diferente, es sentir en el estómago el golpe de una bomba nuclear y después vivir con el vacío que deja en el alma.  Un vacío que se transforma en una pesada piedra que cada día es más grande, porque con el tiempo la ausencia crece.  

     Extrañar es sentir  ausencia y no solo saber que existe es además hacerla propia, llevarla a todas partes impregnada en el cuerpo.  Es algo así como una onda que inicia en la garganta y se reparte en cada milímetro del ser por dentro y por fuera, se cuela hasta los huesos y contamina la sangre hasta doler.   Es una fuerza  lentamente violenta que desuella la piel y hasta el roce del aire lastima.

     Extrañar ahoga. Es dolor silencioso que no se puede gritar.  Es morir todos los días y tener obligatoriamente que seguir viviendo para no olvidar.  

     Extrañar es tener como estocada en el pecho una duda letal de donde brotan historias de recuerdos mezclados con fantasías.  Es creer sabiendo que puede no ser cierto, que nuestra presencia a lo mejor, un día hace falta.  Es creer que esa fantasía puede ser.   Es conmoverse hasta la médula con el vuelo de un ave porque también se va.    Eso creo que es un poco extrañar.  

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LA OBLIGACIÓN DE AGRADECER

febrero 2nd, 2020 No comments

      Una de las grandes verdades en la vida es que cada día, cada minuto y en cada circunstancia hay un motivo para agradecer.   Poder abrir los ojos para alcanzar a ver un poco más del horizonte y entender mejor al mundo y al universo en el que vivimos es un privilegio por el cual se deben dar siempre las gracias.   

     Agradecer la vida no es solo una oportunidad, es también una obligación. 

     Y hay mil motivos.  Escuchar de la luz y conocerla, saber del amor y amar y a veces con locura,  mirar el cielo y de pronto cuando se cumple un sueño, alcanzarlo.  

     El simple hecho de existir y ser sin etiquetas es un regalo que viene incluido en la magia de sentir en cada milímetro de piel, la vida.  Nacer en determinada circunstancia no nos define, no nos hace mejores o ni peores.  Las habilidades con que  nacemos tampoco nos hacen superiores o inferiores, solo son añadiduras a nuestra persona.  Primero somos  y después es lo que hacemos, lo que tenemos, lo que logramos que es con lo que vivimos pero no nos determina.  

     Cuando respiramos profundamente cada instante de nuestra existencia y experimentamos con todos los sentidos la realidad y nos reconocemos en la piel, el alma y el corazón, entonces sabemos quienes somos.  Así es en nuestro silencio y nuestra forma de percibir la vida.  Después viene lo cotidiano,  vestirnos de rutina, salir al mundo y entonces la lucha que es no dejarnos envolver en la vorágine de lo establecido.  Luchar en paz por no perder de vista a los demás en su propia naturaleza, sin etiquetas.  Querernos y quererlos por que son, nomás por eso.   

     Somos responsables de hacer con lo que tenemos lo mejor que podamos, con nuestra persona y las personas que tenemos cerca, con quienes llegan a nuestra vida en diferentes momentos  del trayecto que recorremos.  Nos hace mejores saber escuchar, hablar y escribir desde el corazón y con el corazón.  Dar amor sin esperar respuesta, el fin es amar.  Entender que cada quien en el alma trae una carga distinta pero más importante que la nuestra para él o ella, porque es suya.  Son sus amores, sus ausencias y dolores, las risas y las lágrimas acumuladas a lo largo de su historia, de su vida.    Agradecemos además sentir por nosotros y por los demás. 

     Y al final de cada día nos abrazamos a nosotros mismos y reconocemos cada experiencia y  de nuevo, como al principio del día, agradecemos. 

 

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ESOS SERES ESPECIALES QUE PARECEN TRANSPARENTES Y SE RECONOCEN CON LOS OJOS

octubre 10th, 2019 No comments

     A estos seres extraños los  demás los miran con curiosidad porque actuan diferente.  

    Son seres especiales que caminan por el mundo.  Parecen transparentes y tienen la piel muy suave,  ven con ojos cristalinos y acuosos y cuando eligen mirar a alguien entran como aves etéreas hasta lo más profundo su alma y ahí descansan tranquilos porque se sienten bien. 

   Son sabios y no escogen a todos, desde el inicio de los tiempos  reconocen los ojos fríos e impenetrables, los que cuando se abren llevan a la oscuridad de almas sin luz y ahí no les gusta estar porque poco a poco desfacellen, se van quedando sin aire y sufren, les duele todo y mueren lentamente.   

     Los seres especiales que habitan el alma que prefieren parecen tristes  porque suspiran todo el tiempo, pero son alegres  porque su corazón se inflama, late más seguido y lo sienten al ras de la piel.   En sus rostro se dibuja una sonrisa cuando no los ven y si los ven no les importa; sus pensamientos están siempre viajando, soñando y salen de ellos para alcanzar el cielo y volar sin obedecer a la razón, a veces se pierden y los recuperan horas, días o meses después.   A veces nunca. 

     Los seres especiales se reconocen entre ellos porque su piel  emana un vapor que siempre llega a otra que se estremece igual.  

     Son los que se enamoran. 

     Son los que parecen tristes porque suspiran todo el tiempo, son a los que llama locos porque hablan para ellos y se contestan, dudan, se peguntan y además cantan en la calle y murmuran cuando duermen.  Son los  melancólicos que remiendan el corazón por las tardes y al despertar lo acarician para entregarlo de nuevo.  

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SER FELIZ POR DECISIÓN

septiembre 15th, 2019 No comments

     Un día te cansas de ver el cielo y la luz de las estrellas, ya no esperas a la luna, dejas de admirar los colores de las flores y se vuelven algo común porque ante tus ojos ya no brillan igual y lo que conmovía tu  alma va perdiendo todo su valor.  Sabes que estas perdiendo la pasión por la vida y debes decidir -porque de eso se trata la vida-  si vale la pena recuperarla o mejor te rindes.  Eso lo sabes solo tú, porque solo tú reconoces lo que sientes, los demás no, ni lo intuyen.

     La felicidad es un asunto personal, es una decisión propia.  

     De pronto actúas raro, haces cosas diferentes, viajas, regresas, te pierdes, te encuentras, cantas, piensas poco,  recuerdas mucho, lloras lo necesario, ríes lo suficiente;  buscas motivos -a veces desesperadamente- para recordar que  respirar, aún tiene sentido.  Necesitas hablar con alguien que te contagie vida para reconstruirte sin que sepa que está siendo ese momento quien te sostiene.   Necesitas recordar que seguir soñando vale la pena.  En un momento de claridad agradeces y se aclara el camino.  Agradeces. 

     Terminas por aceptar que la vida no la ven todos como la ves tú, que cambiar por otros es traicionarte.  Entiendes que eres tú para quererte a tí y solo así estarás en sintonía con el universo que habitas.  Cuando por fin recuperas la paz del alma y acallas la mente, sabes que  para algunos tu ausencia será notoria y otros a lo mejor nunca la noten, pero lo único grave será que seas tú quien no se percate de su propia ausencia.  Cuando entonces te recuperas, te abrazas y decides seguir.   

     La felicidad es una decisión propia, una obligación personal y se comparte con quien quiera compartir la suya contigo.

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INCERTIDUMBRE

mayo 15th, 2019 No comments

INCERTIDUMBRE

María Guadalupe Martínez

Eran exactamente las once de la noche con cuarenta y nueve minutos, lo recuerdo bien porque fue lo primero que vi en mi teléfono celular cuando se encendió la luz de la pantalla aquella noche al mismo tiempo que vibraba. Lo tomé de mi pequeña mesa de noche, estaba junto al libro en turno y la pequeña lámpara de luz amarilla. Aturdida alcancé a leer que era mi sobrino Alfonso hijo de mi hermana.

—Hola Alfonso ¿qué pasa?— pregunté con pocas ganas y los ojos sin abrir bien, dispuesta a volver a dormir de nuevo creyendo que era una de esas llamadas que algunos hacen cuando andan de fiesta.

—Han secuestrado a Pedro, acabo de recibir la llamada— su voz no tenía ni un asomo de festivo como siempre, le temblaba. Mi primera respuesta fue sentir los ojos inundados a punto de desbordarse y la imposibilidad de pronunciar palabra alguna, las pocas que pensé quedaron atoradas en mi garganta. Los dos nos quedamos en silencio unos segundos. Estoy segura que su rostro estaba tan húmedo como el mío y no se dibujaban en sus mejillas los hoyuelos que le conocía desde el día que nació unos meses después de Pedro hacía veintitrés años. Hasta la fecha no lo hemos platicado.

—Volverán a llamar en diez minutos. Mi tío Roberto no contesta y Martha no está en México— era claro que no sabía qué hacer y esperaba alguna respuesta para cuando llamaran de nuevo. Encendí la luz que apenas alcanzaba a alumbrar mi edredón gris que en segundos había dejado de darme calor. Me senté en la cama, puse los pies sobre la alfombra gris que ahora ya no era suave.

—Llamaré a Martha, es su madre y necesita saberlo. No podemos desperdiciar el tiempo, nos dirá desde Madrid qué hacer. No uses más tu teléfono y espera.— Martha y yo habíamos dejado de ser cuñadas veinte años atrás, pero era la madre de mi sobrino y seguía siendo mi amiga, pensaría más claro que mi hermano, lo sabía.

Después de hablar con Martha esa noche, no volvió a sonar mi teléfono ni yo volví a conciliar el sueño, se había filtrado entre mi piel y mis huesos un frío incontrolable que no aplacaba ni el sol que entraba por la persiana horizontal de madera de mi ventana cuando comenzó el amanecer, mis dientes se estrellaban unos con otros imparablemente. No tenía más que hacer en mi cama. Caminé hacia el baño sintiendo dolor en cada una de mis articulaciones. Dejé correr el agua lo más caliente que pude aguantar y entonces lloré, un dolor agudo me oprimía el pecho y me hacía aullar como si me hubieran herido.

Pedro vivía conmigo desde que su padre se casó por cuarta vez y Martha por motivos de trabajo, dividía su tiempo entre Santiago y México. Esa noche Pedro me avisó que iría a Avándaro al rancho de su madre con un matrimonio francés amigos suyos, que estaban de visita en México. Él era para mi un hijo más y yo era de alguna forma responsable de él. Nos hacíamos compañía y compartíamos la vida desde mi separación y la partida de mi hijo a estudiar su carrera en los Estados Unidos. Darme cuenta ahora de mi impotencia para ayudarle me hizo sentir aun peor.

Esa mañana no usé mi teléfono celular esperando noticias.

Finalmente llamó . Martha había hablado con después de que colgamos y venía en camino, llegaría en la noche y el contacto mientras tanto seguiría siendo él. El padre de Alfonso experto en temas de seguridad avisó a la Policía Federal para que esperaran a Martha en el aeropuerto y le dieran instrucciones, recomendaron que nadie de la familia se acercara al domicilio desde el que se realizarían las negociaciones por precaución, aun no sabían si el secuestro se había planeado en Avándaro o lo habían seguido desde la Ciudad de México.

Comenzaron la espera, la angustia, la tristeza y la incertidumbre. Recuerdo que mi hermano me llamó el segundo día para avisarme del secuestro, ni siquiera le contesté y colgué el teléfono. Alfonso se había instalado en mi casa después de la llegada de Martha, casi no hablábamos pero estábamos siendo uno el apoyo del otro mientras Martha cargaba con la ausencia de su hijo que sabíamos que le pesaba como una lápida y aguantaba con la fuerza que le habían dado años de luchar por salir adelante y un poco nuestras palabras cada vez que nos llamaba para desahogarse. El reloj de la cocina en donde Alfonso y yo pasábamos más tiempo durante el día, hacía un tic-tac constante que parecía tortura, era como un recordatorio del dolor y la la plancha negra de granito era aun más fría que de costumbre. Un café tras otro y el silencio. Las noches cada uno en una habitación las pasábamos en vela.

El tercer día tuvimos noticias, el matrimonio francés había sido liberado en una gasolinera a la entrada de la Ciudad de México, nosotros no los vimos, pero supimos por Martha que a Pedro lo mantenían atado a un árbol día y noche. Ese año había sido de lluvias intensas como nunca antes o por lo menos así lo sentíamos nosotros. Sabiendo eso la tranquilidad era aun más difícil de conseguir para nosotros.

Siguieron siete días, lo captores pedían demasiado dinero como para que Martha lo tuviera en efectivo. En llamadas casi en clave entres los tres contactamos a quienes podrían ayudarnos, tenían que ser amigos muy cercanos y de confianza para que no se filtra la información a más personas. Los canalizamos con Martha, fueron tres y uno de ellos pidió garantías de que se le regresaría su dinero y las tuvo, pero la amistad terminó ahí.

Pasó un días tras otro otro de esos siete días hasta que por fin, a las cuatro treinta de la mañana y once días después en total, escuché en mi teléfono la voz lenta y casi inaudible de Pedro.

—Todo terminó, estoy bien y de regreso— Entonces volví a llorar. Alfonso y yo nos quedamos en silencio y nos abrazamos no se por cuánto tiempo pero lloramos lo que nos habíamos guardado en esos días.

Pedro regresó a casa dos días después, lo abracé con cuidado para no lastimar su rostro que había perdido el movimiento del lado derecho, pero aun así sonreía. Martha se quedó unas semanas antes de volver al trabajo para estar segura de dejar en orden las terapias de Pedro ñ, confiaba en mi, pero ella era su madre.

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NO SE CONOCÍAN…..

diciembre 10th, 2018 No comments

JOSÉ ÁNGEL 

De pronto empezó a temblar la tierra y como sucede en la Ciudad de México, cundió el pánico, era de nuevo un terremoto.  José Ángel dejó lo que estaba haciendo  en el despacho en el que trabajaba  como contador;  todos salieron de la oficina siguiendo  el  protocolo, pero él corrió a la calle empujando a quien estuviera delante de él para llegar a su casa  a unas cuantas cuadras de ahí y tenía ciertas fallas en la estructura que habían sido producidas por otros temblores menores.   Se encontró con el peor escenario dentro de un caos en el que la gente corría de un lado a otro llorando, gritando o en silencios llenos de miedo.   

La policia prohibió a José Ángel pasar a lo quedaba de su casa porque era posible sucedieran más derrumbes.  Después de minutos que parecieron horas y temblando conteniendo las lágrimas recibió la noticia de la muerte de su esposa y su bebé de apenas ocho meses.   Fue como un golpe seco en el estómago y de ahí un grito ahogado, pasó quién sabe cuántas horas sentado en la banqueta viendo frente a él las ruinas de su vida, no podía llorar. Tampoco podía pensar.  

MARÍA 

Arrastraba los pies al caminar pausadamente, parecía que adivinaba el camino porque no lo miraba y  tenía la vista fija en el vacío que es ese espacio  en el que nos adentramos cuando no queremos ver.  Durante años,  su medio  de transportarse había sido el automóvil pero esa  mañana decidió salir a caminar.  Después  de casi dos horas de vagar por las calles aledañas escuchando en sus  audífonos repetidamente  y en un volumen suave, “Quiéreme” de Aute, decidió regresar sin poner atención, como si recorrerlo hubiera sido un hábito cotidiano.    

“Buenos días señorita María” dijo el guardia que vigilaba la entrada del edificio, pero  el acostumbrado “más que bien” nunca llegó, ella siguió caminando con la mirada perdida en ese espacio que no existía y en el que ella se había instalado desde la madrugada.   

Esa mañana no uso el elevador para subir los 5 pisos que la llevaban a su departamento, ni puso atención en el tronar de su rodilla izquierda que había quedado dañada desde aquel accidente que la tuvo en reposo durante 10 semanas  de las cuales, había permanecido 8 de ellas prácticamente sola, “así  pasa en esto casos” se decía “pasó la urgencia y una vez que mi hermana se dio cuenta de que podía yo moverme, dejó de venir. Hizo bien porque si estuviera aquí me estorbaría y me pondría de muy mal humor.  Mis  hijos han crecido y saben que me gusta estar sola, ¿para qué los quiero aquí pegados a mi perdiendo su tiempo? qué bueno que no vienen para no tener que decirles que se vayan”.  No le había dicho a nadie de los dolores en los brazos, ni de los calambres en el cuello, no los consideraba tan importante y estaba convencida de que tenía que acostumbrase porque así sería el resto de su vida y además aunque quisiera quejarse, no tenía con quien y es que le gustaba estar sola, eso decía.   

Esas cosas y algunas otras pensó la noche antes de amanecer en el vacío. 

“¡¡Ese estúpido accidente!! Si no me hubiera entrado esa idea inútil de la vida saludable, jamás se me habría ocurrido andar en bicicleta en esta ciudad que no conoce nada sobre educación vial”.  Se recriminaba haber dejado su trabajo como directora técnica en el que estuvo por 20 años en aquella escuela, ahí por lo menos convivía con los padres de familia cuando iban a arreglar algún asunto con respecto a la documentación de sus hijos y con algunos otros trabajadores del plantel.  Al final terminaba repitiéndose que le gustaba estar sola. 

El trabajo en la escuela lo dejo cuando murió la abuela de 99 años que parecía inmortal y también parecía pobre.   Fueron por lo menos 10 propiedades y una muy nutrida cuenta de banco que recibió como herencia las que le hicieron tomar la decisión de dejar el trabajo y disfrutar la vida.  

Siguió subiendo la  escalera después del piso 5 en donde estaba su departamento,  y llegó hasta el 10 que era el último. Se quitó los audífonos sin apagar la música y los dejó en el suelo, suspiró y abrió la puerta  para  salir al patio que era la azotea, caminó al borde del edificio y siguió mirando al vacío. 

“Tiene un encendedor que me preste, por favor” pregunto José Ángel que estaba sentado sobre una cubeta mirando la pared con graffiti sin fijarse en donde estaba parada María.  Ella no contestó y él continuó: “¿sabe? Yo antes no fumaba, nunca me había gustado pero de un año para acá le tomé el gusto porque cuando enciendo un cigarro me detengo y pienso, reflexiono”.   María continuaba sin voltear y sin contestar; José Ángel tampoco se fijaba en ella y seguía hablando solo. 

Hace un año conocí la tristeza más profunda ¿recuerda el terremoto? Ahí lo perdí todo y justo el día que regresaba de comprar el cóctel que me ayudaría a adormecer mi dolor para siempre vi a esa mujer tirada en el piso, inconsciente junto a su bicicleta hecha pedazos y la llevé al hospital, cuando supe que había sobrevivido me fui. Viví porque le salvé la vida”. 

Espéreme aquí y guárdeme un cigarro, creo que he dejado en casa el encendedor” contestó María. 

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