Lupita Martínez A

Los amores como todo,  tienen formas distintas, no hay un amor igual a otro porque no hay una persona igual a otra. 

Hay amores que solitos suben al cielo y ahí se encuentran porque la tierra no les alcanza, se regocijan en las nubes porque el viento es muy suave y breve y las nubes son intensas y además eternas. 

Hay amores que bailan solos y dan vueltas, se apoderan de la mente de quien los ama, se instalan y habitan, se hacen dueños y el corazón les pertenece.  Ahí es en donde estás tu. 

Amores que son diccionario completo de palabras de amor que solitas se forman para armar frases de suspiro.   Amores que definen, que labran piel, que organizan sueños, ilusiones y a veces ansiedades. 

Amores ignorantes que saben todo, pero no lo saben; que murmuran, que abrigan, que nunca tienen prisa porque el amor no tiene tiempo, nomás espacio y  nomás infinito. Lo que es verdad absoluta es que no existe amor que no derrumbe barreras, que no llegue al corazón  que le pertenece, porque no existe emoción ajena suficientemente grande como opacar un amor de estos de los que escribo. 

Los amores anidan, no necesitan excusa para decirse y pintan el mundo de mil colores o del color que haga falta.   Amores que dicen que olvidan y nunca olvidan; amores que tienen miedo y se quedan latentes; amores que lloran solos porque no encuentran el camino.   

Esos son amores.  

Los amores falsos, los baratos, los efímeros no son amores y por eso de ellos no escribo, porque no existen. 

Reflexión

No se necesita gritar ni elaborar discursos largos para entendernos con quienes amamos.  

Poquitas palabras al oído, en voz bajita  son suficientes para decirse todo, porque todo se dice con acciones y las palabras nomás confirman.

A quien se le quiere se le entiende, se le deja libre y se le espera.

Jamás se estorba, ni se retiene, ni se condiciona.  

Así es cuando se quiere.  No se esperan discursos.