LA NIÑITA EN LA ESCALERA
Esta casa es demasiado fría, demasiado oscura y demasiado grande. Mi lugar favorito es la escalera de servicio que sube y baja entre el comedor elegante que mi mamá cuida mucho y que solo se usa en ocasiones especiales y la cocina estilo mexicano. Lo que me gusta de esta escalera es que se pueden cerrar con llave las puertas de arriba y abajo y como casi nunca se usa, nadie sabe que se convierte en mi espacio. Me la sé de memoria, la he subido y bajado caminando, corriendo, resbalándome sentada, y deslizándome como si fuera una resbaladilla, son18 escalones y es angosta porque es de servicio, eso dice mi mamá; aquí nunca me da frío, ni cuando me he quedado dormida, mi mamá ha puesto algunos cuadros de adorno en las paredes blancas que tienen una textura rugosa y nunca he entendido para qué los pone si la mayoría del tiempo esta escalera está cerrada y nadie los puede ver y cuando se usa, las personas encargadas del servicio llevan charolas cargadas de bebidas o comida y seguro ni se fijan en los adornos. Quien más usa esta escalera soy yo y tampoco veo los adornos porque siempre que estoy aquí está oscuro, jamás prendo la luz.
Cuando estoy aquí, la casa no me da miedo, al contrario, me hace invisible como nos gusta a los más pequeños de las familias grandes, me llevo la pequeña linterna de mi hermano Carlos sin que se de cuenta, aunque a lo mejor sí sabe, pero creo que le caigo bien y un cuaderno que guardo un poco escondido en mi habitación para que mi mamá no se deshaga de él, por eso conservo el cuentito que le escribí a mi papá en primero de primaria, hoy ya voy en tercero y me gusta releerlo cuando no se me ocurre nada.
Cuando estoy de vacaciones o no voy a la escuela paso mucho tiempo en este lugar y alcanzo a oler los aromas que salen de la cocina y trato de adivinar qué están preparando para la comida, eso lo único que a veces me hace salir de la escalera y cuando empieza alguna plática me siento en el último escalón tratando de escuchar lo que platican y es entonces cuando empiezo a imaginar historias.
A mi la Navidad, el Año Nuevo y los días de fiesta me gustan mucho porque a veces viene mi abuela Aurora que es muy cariñosa conmigo, cuando ella está no necesito estar en la escalera, ella me platica cosas de cuando mi papá era niño y por eso a él le puedo escribir cuentos que cuando los lee, sonríe.
En una ocasión después de una fiesta de adultos que seguramente terminó muy tarde, alguien dejó en el primer escalón de arriba hacia abajo, una charola llena de vasos y copas de cristal que pateé al entrar a oscuras en la escalera, todo se rompió y yo me resbalé 6 escalones sin soltar mi cuaderno, mi lápiz y la linterna de Carlos, sentí en mi pierna derecha un poco de calor y el correr de un hilo de lo que después supe que era sangre; nadie en casa escuchó mi caída porque las habitaciones de esa casa grande, fría y oscura están muy lejos de la cocina y el comedor elegante y aunque me ardía un poco no sentí se me hubiera enterrado ningún vidrio, buscando con las manos encontré una servilleta de papel entre los vidrio rotos, teniendo cuidado de no tocar ninguno que me pudiera cortar y con eso contuve la sangre para poder escribir en mi cuaderno que se sentía un poco mojado entre lo que se había derramado de los vasos y la sangre que salía de mi pierna. Ese día pasé mucho tiempo en la escalera y escribí sobre mi bicicleta azul y me apropié el accidente que había tenido mi hermana hacía unos meses cuando se rompió un brazo, en mi cuento era yo y me rompía la pierna, ese cuento no se lo compartí a mi papá porque no le gustaban las cosas trágicas y seguramente no vería su sonrisa que tanto me gustaba.