LA HISTORIA DE PAULA

Paula es de un pueblo de Guerrero, pero vive en la Ciudad de México hace muchos años, ya es casi de aquí porque aquí  conoció a su esposo también de Guerrero y aquí nacieron sus dos hijos.   Yo la conocí hace unos 13 años cuando llegué a vivir a esta casa, "es la portera del condominio" me dijo la vendedora de la casa y me enumeró todos los servicios que prestaba Paula, me pareció una mera formalidad porque todos conocemos perfectamente las labores una portera en un condominio de 5 casas.   

Paula servicial y amable como me había parecido que era, me ayudó con la mudanza, vigilaba la puerta y revisaba el camión para verificar que no se robaran nada.   Poco a poco los fui conociendo  a ella y a su hijo Gabriel de la misma edad de mi hijo mayor.   El esposo de Paula había llegado con ella al condominio y aquí habían nacido sus dos hijos, era panadero y se llamaba Moisés como su hijo mayor que por cierto  se había casado muy joven y se había ido a vivir a Guerrero por recomendación de sus padres y es que la Ciudad de México es cara y para vivir y en la portería no habrían cabido dos familias.  A Moisés padre que le gustaba mucho el trago y no lo conocí porque  había muerto en un pleito allá en Guerrero en una de sus idas a visitar a la familia  unos años antes de que yo llegara,  según me dicen antes las escapadas a Guerrero no eran tan frecuentes, pero cuando Paula quedó viuda, con justa razón, buscó apoyo en la familia, sobre todo de su hijo Moisés. 

Pero las cosas y las personas no son siempre como uno las percibe en la primera impresión, nunca son ni tan perfectas y si son malas, tampoco son tan malas, hay que conocerlas bien, observar, analizar, conocer y si se puede, tratar de entender.  

Paula en realidad sale más de vacaciones que yo y cualquiera de los vecinos,  va a Guerrero por lo menos unas 10 veces al año; entre semana sale al mercado, al doctor, a platicar con quien ella vea por su ventana que va pasando por la calle, todo eso cuando quiere, en realidad no tiene horario ni calendario de vacaciones.  Le molesta además abrir la puerta a las visitas que llegan a alguna de las 5 casas, tampoco atiende la mensajería, ni los servicios a domicilio; sí puede lavar los coches si se lo piden y si se lo pagan que es lo justo porque en realidad no es parte de sus obligaciones…. como las otras que no realiza.   Paula tampoco saca la basura de las casas y ni riega los jardines.  

Pero yo no me enojo, Paula es una mujer trabajadora a su modo que se cuida poco la diabetes y no anuncia  a nadie su epilepsia, se cuida sola.   Lo único que presumía siempre eran la excelentes calificaciones de su hijo Gabriel espigado y alto como dicen que era su padre, Gabriel el menor de los hijos de Paula, el de la misma edad de mi hijo.  Cuando Gabriel terminó la preparatoria, algunos vecinos ofrecimos ayudarle a seguir con la universidad, era una gran oportunidad y lo merecía por que además de estudiar, trabajaba ayudando a su madre, pero Paula dijo que no, que Gabriel tenía que ponerse a trabajar para ayudarla.  No entendimos a qué le tenía que ayudar si no pagaban renta y los vecinos aportaríamos algo parecido a una beca.  

Gabriel consiguió entonces un trabajo y se iba muy temprano, uno de los vecinos que además era su padrino, le regaló un coche para que pudiera ir y venir rápido y para que su madre estuviera tranquila, era un Sentra blanco de la Nissan que no tenía más de 5 años.  Gabriel que como lo he dicho,  de la misma edad que mi hijo mayor, se hizo adulto  rápido y le tocó ser el señor de la casa  para traer dinero  y cuidar a su madre.  Pero también como el señor de la casa que había conocido, le gustó eso de tomar mucho.  

Una madrugada hace 4 años Gabriel no llegó del trabajo a la hora de siempre, tampoco llegó en la madrugada y Paula que no había dormido nos avisó y nos preguntó a los vecinos qué podía hacer….  Entonces llegó una patrulla a casa, eran dos policías preguntando por Paula: Gabriel había chocado en el coche que le regaló su padrino y estaba internado en un hospital de la Ciudad de México, no dieron más informes, entonces el padrino de Gabriel llevó a Paula a ver a su hijo.  Un par de horas nos avisaron que el panorama no era bueno y  buscamos trasladarlo a un hospital en el que pudiera recibir mejor atención pero no se le podía mover, era peligroso por su delicado estado.  

La agonía de Gabriel duró un fin de semana, del viernes al lunes que murió, tenía 24 años como mi hijo mayor y también como a mi hijo mayor, todavía le quedaba mucha vida. 

Por eso  yo no me podría enojar nunca con Paula, a lo mejor si no se cuida como el otro día que tuvo una convulsión y perdió dos dientes que gracias a otros vecinos ya tiene de nuevo, pero nada más por eso, por no cuidarse.   A los pocos meses de morir Gabriel Paula recogió un perro de la calle que se llama Korbi y es su compañero; recuerdo que hace unos meses una vecina de no muy buen carácter le exigió que se deshiciera de él porque los porteros no tienen derecho a tener un perro, pero Paula lloró 3 días y además ya es parte de los vecinos más que la portera. Claro que la llevamos por su perro que por cierto, es el más educado del condominio.   

Yo no veo llorar a Paula pero estoy segura de que lo hace en las noches y por eso la saludo todos los días sonriendo y de buenas aunque yo amanezca de malas. 

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